Enfermedades de los párpados
Crecimiento de nuevos tejidos
Los abultamientos más frecuentes que ocurren en los párpados posiblemente sean los derivados de las glándulas de meibomio: los orzuelos y chalaciones.
Seguidos de verrugas vulgares, xantelasmas (manchas amarillentas planas
cerca del puente de la nariz, debido al envejecimiento y al colesterol)
y otras lesiones habituales, todas benignas.
También hay lesiones malignas, dependiendo de la piel. Quizá la más destacable es el carcinoma escamoso, pero hay más.
Para todos estos crecimientos el tratamiento, cuando precisa, es quirúrgico. En casos de lesión maligna o sospechosa, en principio la extirpación es obligatoria: hay que quitarlo. En las lesiones benignas, no siempre. De hecho, si la lesión no es grande el criterio para decidir extirpar es más “estético” que “médico”.
Para todos estos crecimientos el tratamiento, cuando precisa, es quirúrgico. En casos de lesión maligna o sospechosa, en principio la extirpación es obligatoria: hay que quitarlo. En las lesiones benignas, no siempre. De hecho, si la lesión no es grande el criterio para decidir extirpar es más “estético” que “médico”.
Inflamaciones
La blefaritis es una
inflamación crónica del borde del párpado, hablamos de una enfermedad
“muy oftalmológica” y su manejo entra de lleno en nuestra competencia.
Las inflamaciones de la piel del párpado, alejándonos por tanto de la
superficie ocular, normalmente no es una entidad claramente separada de
las enfermedades de la piel. Existen dermatitis de contacto, eccemas,
etc, en el párpado. Muchas veces en el contexto de una afectación más
extensa de piel, que en ocasiones maneja el dermatólogo.
Alteración en las pestañas
Hay pérdida de pestañas (madarosis), que puede molestar
mucho al paciente por el tema estético, pero que no tiene gran
relevancia en cuanto a la función visual.
Más importantes son los
trastornos de pestañas que impliquen que éstas entren en contacto con la
superficie del ojo. El roce mecánico de las pestañas contra la conjuntiva y sobre todo contra la córnea supone una agresión intensa, que puede implicar úlceras.
Hay dos problemas principales:
- Triquiasis: una o más pestañas, cuyas raíces se encuentran en su posición normal (en la parte anterior del borde del párpado), en vez de crecer alejándose del ojo, crecen hacia adentro hasta entrar en contacto con éste.
- Distiquiasis: una o más pestañas crecen donde no deben, habitualmente en la parte posterior del borde del párpado. Son pestañas “supernumerarias”, anómalas en tamaño, posición, etc. Y normalmente, ya sólo por estar en un lugar tan próximo al ojo, contactan con éste.
Alteración en la posición del párpado
- Ptosis: Es la caída del párpado superior. Puede ser leve y no
llegar a taparse la pupila, con lo cual la función de la visión está
más o menos preservada. En cuanto la pupila queda cubierta, ese ojo no
ve por sí mismo. Las causas son muy variadas, así como su momento de
aparición. Pensemos en una persiana que está subida a una altura
concreta, y nosotros sostenemos a pulso la cinta de la persiana para
mantenerla en esa altura. Puede ser un problema de nuestro brazo, que
hagamos menos fuerza y la persiana baje (ptosis de causa muscular o
miogénica), o que aunque nuestro brazo funcione bien la cinta se haya
ido dando de sí con los años (ptosis aponeurótica senil), o que un golpe
de viento haya roto la unión entre la cinta y la propia persiana
(ptosis traumática). Por nombrar causas frecuentes.
- Retracción de párpados: Sería lo contrario, el párpado superior en vez de caerse y tapar una parte de la superficie del ojo que debería dejar expuesta, está demasiado arriba y expone demasiada superficie. Aunque es bastante característico de la afectación ocular del tiroides, hay más causas.
Debido normalmente a una laxitud del párpado inferior (que va quedando
“flojo”, habitualmente por la edad), ésta no queda perfectamente apuesto
y a tensión sobre el ojo. Imaginemos que cogemos una toalla de dos de
sus vértices contiguos, y el borde que tenemos entre ambas puntas lo
sujetamos contra una pared. Mientras mantengamos la tensión, el borde se
encuentra recto y bien aplicado a la pared. Conforme vamos aflojando
tensión, el borde se comba, y habitualmente se vuelve un poco hacia
afuera o hacia adentro. Cuando el borde del párpado se evierte hablamos
de ectropion, y puede dar lugar a lagrimeo (la lágrima no circula
y se acumula en ese “pocillo” que hay entre párpado y ojo) y a veces un
tipo de sequedad ocular (porque la lágrima no se reparte bien por el
ojo, ya que no hay un parpadeo eficaz). Cuando el borde se vuelve hacia
adentro hablamos de entropion, y habitualmente es más molesto porque las pestañas rozan el ojo. Nos encontramos a una situación parecida a la triquiasis o distiquiasis que explicábamos antes.
Carlos Mario Boyu
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